jueves, 26 de agosto de 2010

Retorno a casa

Nos encontramos en Islamabad, habiendo cambiado los arneses por los bolsos de calle, con lo cual estamos rodeadas de cojines con elefantes de lentejuelas bordados. Esta actividad nos esta haciendo asumir un compromiso serio y arriesgado….” ¿le gustará a mi madre?, ¿le pegará a mi salón?...”Así pasamos el tiempo, a la espera de la salida de nuestro avión, mientras hacemos un balance de todo nuestro viaje titulado en una canción compuesta por Ramon Morillas como “perdidos en el Karakorum”. Empezamos a ser conscientes de todo lo que hemos realizado hasta ahora, y nos inunda una grata de sensación que hace que nuestros ojos reflejen todos esos momentos de complicidad en las paredes... risas, canciones inacabadas, broncas, gritos, carcajadas, insultos, guitarreo, llantos… Así que…

¡Bienaventurados!... los que inauguraron su primer dia de ramadán viendo unas sirenas en el Karakorum, los que pudieron hacer 3 cumbres en medio de un monzón,  los que sobrevivieron a una semana de diarreas, los que tuvieron la oportunidad de hacer 4 vuelos biplaza en un solo día comiéndose 2000 metros de desnivel, la que pudo aprender a usar un taladro en mitad de una pared de 1000 metros en el Karakorum, el que yendo acompañado de 5 mujeres fue invitado a comer en la embajada, la que supo inspirarse para apretar el botón de una cámara fotográfica en cada momento, los que supieron apreciar y disfrutar de la presencia de un varón belga en el campo base, los que en cada comida solicitaban sweets cookies una vez más, los que se despedían con la suerte de volver a encontrarse, los porteadores que pudieron dormir con 3 mujeres, los que tenían que pasear 40 minutos todas las tardes en busca de conexión con internet, los que dieron clases de historia del alpinismo y  los que aprendieron en que año se subió el Everest por primera vez, los que pudieron disfrutar desde una cima un dia soleado sobre las cumbres mas bellas del mundo, los que hicieron en su día el gamba, los que intentaron cambiarse de sexo por unas horas, las que se desnudaron a los pies del Maserbrung y compartieron un catarro, los que pudieron comer una tarta después de una cumbre, las que compartieron las inquietudes de las mujeres de Hushé, los que bailaron al ritmo de una guitarra, una palangana y un tubo de aspirador, las que llegaron en un “chaticar” al pueblo de Hushé, los que supieron disfrutar del arroz y el chapati cada día, los que se levantaron a medianoche para ver llover, los que sabían hacer equilibrios en su silla comiendo en el campo base, las que engordaron 5 kilos y los que adelgazaron otros 3, los que se lanzaron a comprar una alfombra sin espacio en el petate, los que aprendieron las diferencias entre la mentalidad con un cromosoma X y con un cromosoma Y, las que pacientemente han aprendido a disfrutar de Islamabad, las que cayeron en una grieta pisando una piedra y aprendieron que “eso no se toca”, los que fueron embestidos por una vaca, los que sacaron un piolet intentando pasar un rio de barro, las que se negaban a saltar un río de lodo y acabaron en los brazos de Sebas, la que salto y se incrustó de cara en un muro de lodo, las que saltaron un río de lodo a pesar de una muerte anunciada, las que se caían sobre el barro sin mancharse, las que portearon un colchón de latex para el cámara, los que siempre tenían a mano una pirula en la farmacia de guardia, los que por querer coger un atajo se pegan un vuelo a 2 metros de la cumbre, todos los que han seguido y compartido nuestras experiencias desde este blog.

Y bienaventurados... sobre todo, aquellos que hicieron posible este viaje: FEDME, Fundación Deporte Joven del CSD, SALEWA, AKU, SEBASTIAN ALVARO y SIMON ELIAS.

Un saludo a todos de parte de las chicas del EFA.

lunes, 16 de agosto de 2010

campo base

En mi pequeña ciudad hay una muralla que rodea el casco antiguo y agrupa los edificios en una colmena irregular en la que es difícil trazar una línea recta. Las calles son sinuosas y estrechas, las casas de piedra de sillería, los comercios pequeños, de los que te saludan por tu nombre al entrar. Cerca de mi casa, al final de la calle Mayor y encima de la muralla, vive un pianista. Es un tipo solitario, con el cabello salpicado de canas y una atractiva pose melancólica. Camina por el barrio con la cabeza encogida como si estuviese atento para no pisar las rayas entre los baldosines o como si tuviese algo muy importante sobre lo que deliberar. A veces le veo en el bar de la plaza, sentado en un alto taburete como una araña estirada, leyendo el periódico desganado y comiendo un pincho de tortilla. La silueta solitaria del pianista del cabello cano y  la pose melancólica, es el recuerdo con la que identifico la belleza amarga. Quizá por eso hoy me he levantando pensando en este hombre que ni siquiera conozco con el que me cruzo de ciento en viento por los recovecos del casco antiguo de mi ciudad. Aquí, en este campo base del Karakorum, impera una extraña belleza melancólica. Nubes bajas cubren los picos que rodean el inmenso valle glaciar, la lluvia cae intermitentemente y golpea sonoramente sobre el dobletecho de las tiendas. El repiqueteo del agua sobre las lonas produce una cierta amargura. Las puntas afiladas de los picos sobresaliendo entre las nubes, el río glaciar bajando estruendoso por la ladera, los continuos desprendimientos de roca y hielo, los graznidos de las chovas, el balido de una cabra despistada del rebaño en la ladera son señales que tiñen el paisaje de melancolía.
Cuando anochece las nubes se disipan, es una rutina, es lo que llamamos “el claro de los gilipollas”. El cielo azul sobre el Masherbrum nos  hace ponernos de nuevo en marcha. Comenzamos a empaquetar las mochilas para el día siguiente hasta que el repiqueteo del agua sobre el techo de las tiendas borra toda esperanza. No estamos tristes, tampoco contentos; el paisaje cubierto por el manto húmedo del monzón tiene una belleza dolorosa, nos conmueve y agrada en partes iguales. La visión del glaciar perdiéndose valle abajo entre las nubes no tiene nada que ver con los callejones sucios de una pequeña ciudad de provincias, pero entre los bloques de la morrena, entre las estelas del vuelo de las chovas, creo ver  la silueta amarga del pianista: atractivo, gris y desconocido.

Llevo un mes entre mujeres en estas montañas del Karakorum. Antes de ayer un leopardo de las nieves se comió una oveja no muy lejos del campo base, luego se comió un cordero a escasos metros de nuestras tiendas. Una de las chicas dijo haber escuchado ruidos a la noche, yo le respondí incrédulo con ironía. A la mañana siguiente encontramos el cuerpo de la oveja, casi intacto, con los cuartos traseros desgarrados, el alimento favorito de los leopardos de las nieves. Junto a estas cinco mujeres he ascendido tres cumbres vírgenes por encima de los cuatro mil metros en apenas tres semanas. Una ruta de 850 metros de escalada en roca, un 5600 de nieve y laderas desconocidas y para finalizar, nuestro objetivo principal, una aguja de hielo y roca de casi 6000 metros que nos llevó 19 horas de actividad. Antes de salir de casa tuvimos una reunión en un agradable restaurante. Discutimos pormenores del viaje, distribuimos las tareas y nos extendimos en la sobremesa divagando, entre licores, sobre la esencia del alpinismo. “Alpinismo es meterse una almendra en la boca, una almendra bañada en chocolate que no puedes chupar ni morder. Sólo la puedes dejar detrás de las muelas y apretar la mandíbula durantes horas y horas hasta que regresas de nuevo a la tienda. Luego durante un efímero segundo, la aprietas entre los dientes y disfrutas de su sabor. Largas horas de tensión para un segundo de placer.”

La noche antes de salir hacia nuestro último objetivo, repasaba en la tienda nuestras posibilidades de cumbre, la solidez del equipo, la fortaleza y valentía de las cinco mujeres con las que iba a ascender al Campo 1 a la mañana siguiente. Estaba metido dentro del saco, con la nuca apoyada entre las manos y una ligera sonrisa en la boca que saboreaba el orgullo del trabajo bien hecho. Estaba embriagado de admiración hacia las deportistas que ahora luchaban por meterse en los sacos dentro del espacio mínimo de las tiendas,  cuando unos gritos histéricos perturbaron mi plácida felicidad. -¡Aaaaaahhhh! ¡Una araaaaaña! Mas gritos y golpes de zapatilla amortiguados por las plumas de los sacos. Luego calma y la reflexión flotando en el aire de que las alpinistas, afortunadamente, por más que estén cargadas de valentía, no dejan de ser mujeres.

La noche antes del comienzo del Ramadán no hay luna. Los cocineros y Hassan, nuestro porteador de altura, están nerviosos ante el ayuno de los próximos 28 días. Llega un periodo de abstinencia y recogimiento espiritual. Las chicas toman té en la tienda comedor llenando la soledad de estas montañas  con gritos y risas. Apo Alí, el pastor de la zona que cuida el rebaño de 400 cabras y ovejas del pueblo de Hushé, ha venido traer yogur y asegura que le encanta ver a las mujeres tan contentas. Esta es otra de las diferencias entre una expedición masculina y una femenina. Las mujeres cantan, rien y gritan hasta agotar la paciencia de los animales de la zona. Son puro golgorio, alegría y decibelios. En un momento determinado las chicas se levantan de las sillas de loneta, salen a la morrena encima de las tiendas y comienza a quitarse la ropa. Nadie en la cocina lo ha percibido todavía. Patty, la fotógrafa, no para de disparar. La chicas insinuan su belleza tapadas por cuerdas, mosquetones, cascos... cruzan las piernas, se sueltan las trenzas para taparse los pechos y posan desnudas para la cámara con la última luz del día incendiando las laderas del Masherbrum. Está anocheciendo y comienza el Ramadán. En la tienda comedor ya se han percatado del espectáculo y porteadores y cocineros se asoman tímidos, achinando los ojos para poder distingir las formas femeninas en la distancia, veladas por la penumbra. Nunca habían tenido una entrada de Ramadán con cuatro mujeres desnudas recortándose contra el horizonte del Masherbrum. No hay luna que ilumine el cielo, comienzan 28 días de recogimiento espiritual.

A las doce de la noche el cielo está estrellado y un fino hilo de luna marca el primer día de Ramadán. Desayunamos papillas de bebé y té caliente, no hay señal de nerviosismo en el ambiente y eso me gusta, a todos nos gusta. Salgo primero, aprieto las tuercas echando un grito al aire, marco el rítmo y veo como el grupúsculo de frontales que se arremolina junto a las tiendas se va extendiendo hasta formar una línea que se estira sobre el glaciar. Escalamos sobre nieve, luego roca descompuesta en la que la hilera de luces se mueve a derecha e izquierda buscando el mejor camino entre los bloques en equilibrio. La arista de nieve parece más larga en la oscuridad y ascendemos de medio lado, clavando todas las puntas de los crampones sobre la nieve helada, conteniendo el rítmo de la respiración con el pecho oprimido por la altura. Cuando amanece estamos metidos entre las nubes. Alguien pregunta por el tiempo pero azuzo a la cordada y dejo que la cuesta disipe las dudas. Salimos y entramos entre la niebla, la ladera es mantenida y la segunda cordada con Maialen a la cabeza nos sigue de cerca.

Los últimos largos son más empinados. Utilizamos rígolas de hielo por las que progresar pero hay que cruzar de una a otra para poder avanzar. De vez en cuando desaparece el hielo y hay que excavar en la nieve hasta encontrar un lugar donde proteger una posible caída con un tornillo de hielo. Patty graba con la cámara de video entre las nubes, Ester filma desde el Campo 1 pero me certifica por la radio que no puede vernos. Comienza a nevar y repito por la emisora que volveré a contactar desde la cumbre. No hay ninguna duda de que lo vamos a conseguir. Hace un tiempo de mierda pero nadie duda.

Cuando termino la pala de hielo clavando los piolets con fuerza sobre la parte más oscura de la rígola, monto a horcajadas sobre la afilada arista y lo que era el final del esfuerzo se torna en una desconcertante sensación de incertidumbre. Me rodean las nubes y sólo puedo ver algo de profundidad en el paisaje hacia abajo, en el vacío que forma el muro desplomado y descompuesto de la vertiente sur. Tengo dudas sobre cómo descenderemos de esta arista de nieve azucarosa pero dejo los malos pensamientos para más adelante y aseguro a mis compañeras en su camino a la cumbre. Nieva copiosamente cuando alcanzamos la pequeña estancia, no mayor que una mesa de té, en la que nos abrazamos con desgana, desplegamos la bandera del CSD y filmamos unos planos para el documental. El altímetro marca 5.860 metros. Estamos cansados y un poco asustados por encontrarnos en medio de una tormenta en una aguja tan afilada del Karakorum. Maialen lidera con energía la segunda cordada y rápidamente nos alcanzan. Estamos en el lado malo de la arista, no tengo muy claro cómo vamos a bajar. Maider me abraza y me pregunta si llegaremos al suelo. Yo le respondo con una sonrisa amarga intentando parecer seguro de mí mismo. Me dice casi susurrando que confia en mí. Hace 12 horas que apretamos esta almendra en la boca, nadie sabe cúanto tiempo más tendremos que aguantar. -Campo 1 ¿me recibes? Son las 11.25 de la mañana y estamos en la cumbre. Enseguida bajamos. 

Simón Elías

www.desnivel.com

Sebas Tower


domingo, 15 de agosto de 2010

Cumbre!!!

La ascensión a la Sebas Tower



Desde la llegada a Pakistán no había otra cosa en mente: cada petate, cada porte de objetos varios para su fin, cada ilusión, tenían como fondo y meta esa torre virgen situada en la cadena montañosa del Masherbrum, en pleno Karakorum, cerquita del valle de Hushé.

Hushé es la cuna donde se meció esta ilusión, ahora convertida en realidad: una señora escalada.

Hace ya mucho tiempo, Sebastián Álvaro, en sus largos recorridos por el Karakorum, se había visto impresionado por esta aguja. Vista desde el valle de Hushé, es como un gran sombrero de bruja.
Después de llevar varios años en contacto directo con el pueblo de Hushé y con todas sus gentes, quién mejor que él para llevar este proyecto a cabo. 

Sebastián Álvaro, gran comunicador donde los haya y con más de 30 años de experiencia en toda clase de expediciones, está involucrado directamente con el pueblo de Hushé con el proyecto de cooperación de la ONG Sarrabastal. Una iniciativa que nació con un solo pensamiento: “si se quiere, se puede mejorar”.  En ello están desde el año 2000, curtiendo y dando mayor calidad de vida a estas gentes, con la mejora en la sanidad, en la agricultura y en la administración de fincas y de haceres.

Ya en el pueblo, entre sus gentes, se conocía a la aguja como la “Sebas Tower”. Así es como nos la dieron a conocer. Cada momento desde aquél día tuvo  como meta lo que terminó hoy con la llegada al campo base, después de casi 19 horas de intensa actividad alpinística en el sistema montañoso del Masherbrum. Una bella escalada culminada con la alegría y la pasión de unas chicas y su compañero de cordada, Simón Elías. Simón, gran conocedor del alpinismo en su modalidad más severa, pudo con éxito guiar a estas cordadas a la cumbre tan esperada, sin dejar de lado el sutil humor que le caracteriza. Humor puntero que deja a más de una sin habla o sin aire en los pulmones por la incesante carcajada.

Sebas Tower: “Cumbre monzónica, dedicada a Vanessa Addison”.

El día comenzó cuando todavía no había terminado. Eran las doce de la noche, y en las tiendas empezaba el movimiento de hornillos y cacerolas preparando té y papillas, que serían nuestra única ración de comida hasta llegado el regreso de la escalada. Ya llegó el día, el delicioso día.

Todas nosotras, una vez cargada la mochila a nuestras espaldas, comenzamos la travesía que nos obligaría a hacer uso de nuestras frontales e instintos gatunos durante largas horas de incesante actividad. Las dos cordadas avanzábamos a un ritmo tranquilo. Primero, por un corredor bien marcado, con su fin colgado en una hermosa cornisa. La noche no nos dejaba ver su fondo, pero nuestras miradas se centraban en el siguiente largo. Bloques sueltos y roca mojada hacían que se escuchara: “empieza la escalada”. Las dos cordadas avanzábamos por la cornisa de mixto. Poco a poco, la distancia recorrida aumentaba a un ritmo mayor del esperado.

La noche acompañaba y ayudaba a que el recorrido entre cornisa y cornisa fuera más agradable. La nieve, húmeda y apelmazada; la visión, la justa para permitir la progresión y no pensar en el vacío de los glaciares laterales. Los continuos desprendimientos hacían que las miradas de complicidad se entrelazaran entre nosotras, y una sonrisa picaresca con fondo dramático hacía que la risa apareciese incesantemente.

El amanecer aumentaba poco a poco la visión, y nos hacía conscientes de dónde nos encontrábamos. La situación empeoraba por momentos. La humedad se sentía en el ambiente. Una niebla espesa que no permitía todavía ver con claridad hacía que el ritmo fuera pausado hasta llegar a unos muros que indicaban la línea a seguir. Largo tras largo teníamos que pelear entre las malas condiciones atmosféricas y la precariedad del hielo picado. Tornillo tras tornillo continuaba el avance por un muro interminable del que pendían unos seracs espectaculares. 

Incesantes trozos de hielo y nieve caían constantemente sobre las alpinistas. Tras el muro final una cornisa indica que estamos ya casi en la cima. Como si de un caballo se tratara, una tras otras nos montábamos sobre ella para pasar al otro lado y poder seguir por una travesía lateral que llevaría a la cumbre.

Una cima del tamaño de una mesa de salón hacía que los movimientos fueran sumamente calculados. El tiempo empeoraba y la idea del descenso hacía que las maniobras fueran aceleradas. Los largos rápeles que nos llevarían nuevamente al campo uno empezaban. La aventura continuaba, pero esa es ya otra historia.

Patty Trespando

domingo, 8 de agosto de 2010

EN LAS ORILLAS DEL CIELO. UN REGALO

Después de unos días aclimatando en la aguja de roca y luego en el monte Baushul, hoy hemos llegado al campo base de nuestro gran objetivo, 3900m, La torre virgen que hay encima de Shaisho, conocida en el pueblo como Sebas tower. Muy contentas y motivadas para tirar para arriba!

Pero esta historia está dedicada a Ramón Morillas, Thomas De Dorlodot y al equipo de vuelo que ayer nos hicieron un regalo increíble: Nos permitieron volar con ellos en un parapente biplaza encima del  Karakorum. ¡Increíble! Ramón subió  4 veces al despegue para volar con cada una de nosotras.
A mí me toco la tercera, después de oír chillar  a Maider y Maialen cuando Ramón daba piruetas se me empezaron a poner los pelos de punta… Una vez en el despegue, cuando Ramón me iba colocando todas las cosas y explicándome lo que tenía que hacer, mientras miraba  la rampa arbustiva por la que tenía que correr, se me empezó hacer un nudo en el estómago … y de repente: corre, corre, corre,…,¡ vale siéntate! ¡Ya estoy en el aire, Increíble sensación de vacío! ¡increíbles vistas! ¡Guaauuuu!!... Lo mejor vino cuando Ramón me dejo coger los mandos del parapente, ¡¡esa tela que nos sustenta hace caso a lo que le mando!!¡¡ Y poder ver las montañas desde esta altura!!... Después de unas piruetas en las que se pone el mundo al revés, y cada vez el suelo está más cerca, parece que te vayas a comer los campos de patata… y vuelves a correr con las piernas en el aire esperando tocar el suelo ( alguna aterrizó con el culo). Una vez en el suelo los niños del pueblo nos rodean alucinados con lo  que hace Ramón Pongi ( como le llaman en Hushé).

MUCHAS GRACIAS RAMON.

Asun, Maialen, Maider y yo no sabemos cómo agradecer este regalo tan especial de esta gente tan increíble, Ramón es uno de los mejores pilotos de parapente del mundo, está aquí para batir su propio record de altura en paramotor por tercera vez. Ha sido una gozada poder volar con él en este sitio donde las montañas desafían la vertical.
¡Muchas gracias por esos dos mil metros de desnivel  que has subido con una sonrisa para poder compartir un poquito de tu pasión con nosotras! Creo que voy a aprender a volar…

 Miriam Marco

fotos parapente

Hola Francesc,

Te mando unas fotos del vuelo en parapente que se han dado las chicas por el Karakorum. Y si puedes colgar también las que te envié de la escalada en roca sería genial. La gente está un poco despistada y piensan que ya hemos subido a la aguja y en realidad hemos subido a otra para aclimatar. Estamos haciendo una actividad genial con mucha entrega por parte de todos y no mucho margen con la meteo. Creo que merece la pena darle un poco de difusión ahora que los futbolistas están de vacaciones.

Un abrazo desde el campo base.

Simón

jueves, 5 de agosto de 2010

blog asun

LUNES 2/8/2010…………….”A OTRA COSA MARIPOSA”

                Después de haber exprimido un merecido día de descanso , en el que aprendíamos a disfrutar aún más con todos nuestros sentidos de la lectura, la música, el relax, el yoga y el odioso ordenador…;tocaba volver a currar.
Hoy comenzaba de nuevo el trabajo (por llamarlo de alguna manera). Teníamos en mente nuestro segundo objetivo… “la magdalena”, como la llamábamos todas las chicas. Una montaña que nadie había subido hasta ahora.
Los entendidos del pueblo nos decían con toda seguridad que debía medir unos 5200 m. de altitud, y nuestra intención era certificar esa afirmación.
Terminamos  de apañar nuestras mochilas que habíamos empezado a recopilar la tarde de antes y a la mañana partimos hacia el campo base que con tanto esmero habían investigado Ester, Ana, y Hassam, en una excursión de días anteriores.
El camino hasta el campo base no fue nada fácil…, 1500 m. de desnivel cruzando ríos, subiendo por trepadas de barro y hierba, salvando zonas escalonadas de roca con la mochila a cuestas y un río debajo que va a mil por hora. Comentábamos entre risas “¡no te caigas… que mañana apareces de nuevo en Islamabad y el camino de vuelta por carretera es muy largo!”.
Por fin conseguimos llegar a nuestra ansiada explanada donde descansar… Si es que se podía dormir a 4500 m. de altitud.
Todos mirábamos desde más cerca nuestra montaña; seguía pareciendo una “magdalena”… ¿sería porque teníamos hambre?. Dialogamos sobre que ruta seguir al día siguiente; Simón lo tenía claro, así que fijamos hora de salida para el ataque a cumbre.

MARTES 3/8/2010…………..”SPANISH SYSTEM” (IT `S A VERY GOOD SYSTEM)

2,30h de la madrugada…, nos despertamos todos y metidos en nuestras tiendas respectivas como si fuera el más maravilloso de los refugios, preparamos las mochilas con lo necesario y nos disponemos a desayunar. Miriam, me tenía preparada en un “periquete” una papilla que me hizo dudar en si darle dos besicos o escupírsela a la cara; pero siempre es mejor pensar que es por mi bien… necesitamos toda la energía posible para disponer de ella en nuestra ascensión. Así que me decidí a darle un abrazo de buenos días. Tapamos a Anita (que compartía la tienda con nosotras) con nuestros sacos como si fuera un niño pequeño y nos reunimos con el resto del equipo.
Estábamos todos listos; Simón, Maialen, Maider, Ester, Hassam, Miriam y yo…, Patty andaba algo sueltecilla, lo cual no le permitió acompañarnos. Comenzamos la ascensión tal y como habíamos planteado al día anterior. Aproximamos hasta un corredor y ascendimos por este con la gran sorpresa que que ya andábamos por los 5000 m. de altitud y todavía nos quedaba un buen trecho. Cuando terminamos el corredor nos llevamos la grata sorpresa de que nuestra gran “magdalena” se podía subir sin muchas complicaciones, parecía que nuestra aventura iba viento en popa. Todo fue como la seda… Simón ,Maider y Maialen fueron la primera cordada en llegar a cumbre, luego llegamos la “cordada papilla” (Miriam y yo), y después Hassam y Ester. Fue muy emocionante, las vistas desde la cumbre eran expectaculares, podíamos contemplar el K2, Chogolisa, los Gasherbrums, los Masherbrums, el Broak Peak… Nos dimos todos un abrazo y Simón canto como en la lotería de Navidad… ¡¡cincomiiiiiiillllseiscieeeeeeeeennnnntos meeeeeeetros!!.
Nuestra gran “magdalena” era algo más alta de lo que pensaban en Hushe y tenía un nombre….BAUSHUL PEAK; y ahora además había una ruta a cumbre… “SPANISH SYSTEM” (en memoria a una larga historia).
Con nuestras cabezas llenas de nuevas imágenes bajamos rápidamente a campo base. Allí nos esperaban todos con comida preparada, las tiendas recogidas para volver a Hushe y un fuerte abrazo de enhorabuena.
Después de 1100m. de bajada nos comimos otros 1500 m. hasta el pueblo, mis cuádriceps echaban chispas, pero para no acabar la aventura en la cima, cuando nos quedaba poco para llegar al pueblo nos encontramos que  ha aparecido un nuevo río; nos quedamos boquiabiertos preguntándonos “esto no estaba ayer…¿verdad?”. Así que lanzándonos en plan Indiana Jones y restregándonos entre toneladas de barro en nuestros aterrizajes conseguimos salvar el último obstáculo hasta el refugio. Los cocineros se lo volvieron a currar con una tarta de postre…, esto empieza a ser una costumbre, ¿tendremos una tercera tarta?.

MIERCOLES 4/8/2010……………”LOS CHICOS VOLADORES”

                Nos levantamos sin ninguna prisa, nos han regalado a todas dos días de descanso. Así que nos hemos organizado sesiones de  yoga y de estiramientos intensivos para recuperar un poco nuestros cuerpos serranos.
Nos reunimos todo el equipo ENFA con Ester y Patty para ir empezando a tratar una estrategia. El Baushul Peak forma ya parte del pasado y empezamos a concentrarnos en el Sebas Tower (como lo llaman en Hushe).
A la tarde, cuando ya estábamos todos tranquilos, aparecieron los chicos voladores, Ramón Morillas, Pepe, Thomas y Ramón Lopez. Es extraño sentir tanta alegría de ver a gente que has conocido durante poco tiempo en Skardu, pero tanto nosotros como ellos estábamos encantados de ver nuevas caras. Estábamos tan alegres que… ¡nos fuimos de fiesta!. Con una guitarra , una caja de cartón, una palangana, un tubo de aspiradora y una botella de agua llena de piedras, nos metimos en la piel de estrellas del Pop. Thomas con guitarra en mano, pudo componer in situ canciones para todos en las que no podía faltar la mención de “spanish system”, las chicas ENFA, Sebas, Simón, Sebas Tower... y ¡lavate el gondogoro!. Había dedicatorias para todos, lo cual provocaba el “descojone generalizado”. Las que no sabíamos tocar… bailábamos tanto como nuestras piernas nos lo permitieran. Un grupo de militares pakistaníes que andaban por el refugio preguntaban a Ana que si éramos profesionales del espectáculo. Hasta nuestros guías y porters bailaban flamenco… Creo que este refugio está lleno de personajillos de todas las nacionalidades… ¡me encanta este intercambio cultural!.